lunes, 3 de diciembre de 2012

Fútbol, tango y delivery

Hay jugadores que la clavan de chilena y otros que son rústicos, pero la calidad no quita la efectividad así como esta última no deja de ser la que finalmente importa para seguir jugando. Un ejemplo claro de esto es Palermo, considerado jugador rústico, pero jamás podría ser considerado un mal jugador. Por el contrario, un excelente jugador que cumplió siempre con sus objetivos a lo largo de toda su carrera, pasando por Gimnasia, Boca, Betis y otros clubes más. Claro, si uno ve los lujos de Ronaldinho, está claro que lo más divertido puede ser eso. O ver un Messi, un Riquelme, un Iniesta. Pero son dos cosas distintas y todas sirven, todas cumplen sus funciones de una u otra manera. Es así que en Argentina el fútbol es más que un deporte. Es algo arraigado en la cultura. Nadie puede desconocer a Messi, a Riquelme, a Maradona, a Palermo. Incluso a Aimar, Roberto Carlos. Todos saben de quién se trata. Eso da cuenta de que es un país más que futbolero. Todos tienen un cuadro de fútbol, son hinchas de un club. Cuadro suena a la militancia y en este país podría ser así. Un país militante del fútbol, podría decirse. Lo mismo que el mate, puede no gustar, pero no existe nadie que no sepa qué es el mate. O una persona de cada cinco que no tome mate de alguna manera asiduamente. En casa, en el trabajo, donde sea. Siempre uno está en contacto con esos elementos que son culturales y que prevalecen a pesar de una sociedad permeada culturalmente, tan parecida a cualquier otra en el mundo entero, trasnacionalizada. Algo que en los últimos años ha pasado a ser parte del folclore porteño es el delivery de comidas. Ya no existe nadie que no pida delivery, aunque más no sea esporádicamente. El delivery ha pasado a ser tan porteño como el tango.